La suerte de la bailarina
Caminó la calle mojada por lágrimas de quienes no tuvieron a donde dormir aquella noche helada.
Derrochó su suerte entre aquellos que nunca pudieron saborearla y se burló de la propia, dejando ver su maldita existencia brillando bajo un cielo apagado, como sin historia.
Apagó el cigarrillo con asco hasta que las hebras del tabaco se escaparon del papel que las abrazaba cálidamente entre sus vueltas.
Levantó la mirada y enfrentó la oscuridad con la seguridad de que no sería más negra o peligrosa que la de su propia alma.
Abrió la puerta y se dejó ensordecer por la música y el humo.
Pidió un trago mientras observaba a través del espejo de la barra a las mujeres regalando esa pócima que eclipsa a los hombres con su mezcla de sensualidad y de lástima.
Se acercó a un cliente que le entregó una mirada lasciva y le dejó ver una lengua roja que humedecía los labios sedientos.
Pensó en cuánto dinero sacaría de esas manos ásperas y al divisar la billetera abultada asomando por el bolsillo trasero dejó que esos dedos se hundieran un poco más en su carne.
Pobre ángel caído, no sabía que la suerte se le había agotado en ese último shot de tequila, que el diablo andaba de copas y que acababa de elegir a su próxima víctima.
Veronica Mroczek
La mala suerte ¿se encuentra o se busca? Mal final para una vida arriesgada y peligrosa. Me ha encantado leer esta breve pero intensa historia con trágico final.
Un abrazo.
Me gustaMe gusta
Muchas gracias!!!.
Mmmm… qué pregunta!. Es casi como el huevo o la gallina!
Me dejaste pensando!
Un abrazo inmenso.
Me gustaMe gusta
Que la atraemos con nuestra mente es una realidad! Quizá no lo percibamos, pero nuestros pensamientos oscuros la van tejiendo día a día. Muy intenso el relato!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias Dora… siempre acompañandome en todo!!!
Un abrazo inmenso!
Me gustaMe gusta